viernes, 24 de julio de 2009

El tiempo pasa...inexorablemente.


El tiempo nos atrapa, no va pillando los talones. Todos corremos hacia algún lado, y por el tiempo dejamos de hacer lo que teníamos, debíamos o queríamos hacer. “No te llamé, disculpa. No pude pasar a verte. No pude ir a tu obra, hijo. No pude escribir, lo siento.” Miles de explicaciones abundan para decir que apenas si logramos parar un segundo para comer, ir al baño o dormir.
Ahora, por ejemplo, podría darles una serie de explicaciones sobre mi humilde blog estacionado en el tiempo, más, no quiero dejar que las disculpas me ennoblezcan patéticamente. No vale la pena.
Y bueno, pues, a escribir será mejor, que tal vez mañana ya no esté aquí. Eso si es que el tiempo finalmente me pilla los talones.